La crisis de los semiconductores, que se inició en 2020 a causa de la pandemia y los bloqueos que ésta generó en la industria, sigue presente y nada anticipa que la situación vaya a mejorar en 2023. La falta de suministros de chips ha provocado una caída de la producción de automóviles y también de la demanda, unos descensos que se agravaron en 2022 por la invasión de Ucrania.
Ante esta situación, la Unión Europea decidió poner en marcha en febrero del año pasado un ambicioso programa para garantizarse la soberanía tecnológica en semiconductores. El objetivo era evitar los costes de la dependencia de países como Corea del Sur, China y Taiwán y la falta de componentes de forma habitual. La iniciativa, que evitaría parones en la producción como los que han tenido lugar de forma habitual en Volkswagen Navarra, corre ahora serio peligro por el endeudamiento provocado por los programas de ayudas, como el Plan de Recuperación.
Ley europea de semiconductores
El Parlamento Europeo y, concretamente, su Comisión de Presupuestos, han mostrado una gran preocupación por las cuentas de la UE, que en este momento no pueden afrontar el coste de los préstamos y que urgen nuevos recursos. Según adelantó THE OBJECTIVE, los eurodiputados temen que los costes de financiación limiten de forma importante y que sea necesario priorizar programas clave.
La reflexión de los diputados ha sido que si no se toman medidas, programas como Erasmus+, UEporlaSalud, el programa de ciudadanía, igualdad, derechos y valores, Europa Creativa y sufran recortes. Pero apuntan, según ha constatado THE OBJECTIVE, que otras iniciativas transcendentales para el futuro europeo, como la ley de chips, están en juego. Insisten en la necesidad de recortar programas o fondos esenciales ya existentes o idear nuevos recursos para mantener lo prometido.
Un activo estratégico
El anuncio a principios del año pasado de la ley europea de chips, realizado por la ministra de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, sirvió para mostrar las bondades de la costosa iniciativa. Lograr el control de este mercado vital serviría para reafirma rla competitividad europea y lograr una doble transición digital y ecológica.
Los semiconductores son activos estratégicos para la industria y en el caso de la del automóvil, la falta de un chip hace parar la producción. La escasez de semiconductores a nivel mundial obligó a cerrar numerosas fábricas, no solo de coches, también de dispositivos sanitarios en plena pandemia. Para la UE, esta circunstancia dejó patente que existe un número muy limitado de suministradores.
Pero los avances tecnológicos, además, harán que la demanda de semiconductores, lastrada por la crisis, se duplique hasta 2030. La UE se marcó el objetivo de estar presente en toda la cadena de producción y estaba dispuesta a movilizar más de 43.000 millones de euros de inversiones públicas y privadas. Ahora, sin embargo, la crisis, los tipos de interés y los precios han provocado un mayor endeudamiento, generado por el Plan de Recuperación, y la falta de recursos obliga a replantear la ley de chips.
Las cuentas de la crisis
Los eurodiputados ha reclamado una «revisión urgente y ambiciosa del Marco Financiero Plurianual». Quieren que contemple los reembolsos de las ayudas de la crisis y que garantice la financiación necesaria para programas y políticas. Apuntan además que es necesario asegurar que la UE puede afrontar futuras necesidades y crisis. Los eurodiputados ponen como fecha límite el 1 de enero de 2024.
El Parlamento Europeo admite que si no se toman medidas, «es probable que los crecientes costes de endeudamiento por el Plan de Recuperación limiten seriamente la capacidad del presupuesto de la UE». Señalan que no será posible financiar algunas prioridades y políticas de la Unión y responder a necesidades emergentes. El mensaje se recogía en uno de los informes sobre el tema que fue debatido el pasado lunes y que se votó el miércoles.
En él se dejaba claro que el aumento de los precios y de la inflación y de los tipos de interés están detrás de esta situación, lo que hace necesario «una reforma urgente de las finanzas de la UE«. El MFP 2021-2027 programó 12.900 millones euros a precios de 2018 -15.000 millones a precios corrientes- durante siete años para cubrir los costes de endeudamiento de Plan de Recuperación. La cifra se basó en el supuesto de que los tipos de interés de los préstamos aumentaran gradualmente del 0,55% en 2021 al 1,15 % en 2027. Ahora, los tipos se sitúan en el 3,75%, el nivel más alto desde la crisis de 2008.